Me gustan las brujas. Sobre todo las brujitas traviesas con pequitas en la nariz y caras de pillas, aunque eso no significa que no me gusten también las malas malísimas, con verrugas, calvas, nariz picuda y tres dientes mal avenidos, como las del famoso cuento "Las brujas" de
Roald Dahl.
Tal vez las brujitas buenas son menos literarias. La semana pasada cayó por casualidad en mis manos un libro infaltil de
Zandra Montañez Carreño, con unos poemas de brujas simpáticas, realmente deliciosos.
"El mundo hechizado por real decreto
hará una huelga de un día completo.
Y en el sindicato de brujas chifladas,
se propone huelga de escobas paradas (...)
Las brujas suspenden todas sus tareas,
las brujas gorditas y las brujas feas.
La huelga es total, ninguna trabaja
ni la bruja alta ni la bruja baja.
Haciendo gran bulla salen esta noche
y de sus embrujos no harán derroche.
Saldrán sin escoba y sin su caldero,
sin el gato negro y el alto sombrero.
Esta noche clara contarán estrellas
las brujas chifladas y las brujas bellas.
Los brujos gentiles y los brujos raros
brindarán alegres con vinos muy caros (...)"
Zandra Montañez Carreño