
Ya sabéis lo mucho que me gustan los búhos. Hace unas semanas, vi volar una lechuza cerca de mi casa, como un fantasma blanco iluminado por la luna. Da igual que se vean a menudo, para mi siempre son un regalo inesperado, se me acelera el corazón, y procuro no pestañear, para no perderme ni el tiempo de un parpadeo ese instante mágico. Al día siguiente, empecé a coser una. Desde entonces, casi una docena de búhos han salido de mis manos, de diferentes colores y tamaños. Estos son los más chiquitines, perfectos para una colocarlos en una guirnalda, adornar cualquier rincón o usarlos como broches.

Así que estas fotos van por las sorpresas, agradables y sencillas. Espero que este día os regale con alguna.
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